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Aristoteles Gallaecus
«En el lejano oeste hay un estado analfabeto donde no se siente nada salvo los vientos de tormenta» (atribuido al obispo Braulio de Zaragoza [Osma, Girona o Zaragoza, ca. 590-Zaragoza, 651], visigodo y luego santo católico, en carta, a propósito de los suevos de Gallæcia, tras la anexión de su reino por Leovigildo, pero no en el epistolario conservado; en el que, por el contrario, se lee en carta al presbítero Fructoso de Braga, refiriéndose a la Tebaida berciana, de aquel reino: «¡Feliz desierto y vasta soledad esa que, poco ha solamente cubil de bestias salvajes, está ahora cuajado de cenobios de monjes reunidos por ti, que cantan las alabanzas de Dios, desterrados del mundo, ciudadanos de Dios! … La región que habitáis sostiene proceder de Grecia, que es la maestra de las ciencias y el saber, y recordad que de ahí son oriundos varones nobilísimos y llenos de ciencia, por citar alguno, el presbítero Orosio, el obispo Toribio, Idacio y el obispo Carterio, cargado de años y de méritos y muy entendido en la Sagrada Escritura. Por tanto hay que proclamar la gracia sobreabundante de Cristo y no culpar sin más a la región», Epístola XLIV).
«Los gallegos, los beréberes y el resto de las regiones occidentales, pertenecientes a esa categoría, han recibido de Dios —¡glorificado y ensalzado sea!— como única cualidad la tiranía, la ignorancia y, de modo particular, el gusto por la hostilidad y la injusticia»
(Sa’id al-Andalusi [Almería, 1029-Todedo, 1070], Kita Tabaqat al-umam, Historia de la filosofía y de las ciencias o Libro de las categorías de las naciones, cap. III).
«Cuando la sabiduría descendió de las alturas del cielo al centro de la Tierra, se estableció en cuatro refugios y se instaló en cuatro residencias: en el cerebro de los griegos, en la lengua de los árabes, en la mano de los chinos y en el corazón de los persas»
(Al-Sadjassi, Farayed os-soluk, terminado en 1213, fol. 214a).
«Los gallegos, los beréberes y el resto de las regiones occidentales, pertenecientes a esa categoría, han recibido de Dios —¡glorificado y ensalzado sea!— como única cualidad la tiranía, la ignorancia y, de modo particular, el gusto por la hostilidad y la injusticia»
(Sa’id al-Andalusi [Almería, 1029-Todedo, 1070], Kita Tabaqat al-umam, Historia de la filosofía y de las ciencias o Libro de las categorías de las naciones, cap. III).
«Cuando la sabiduría descendió de las alturas del cielo al centro de la Tierra, se estableció en cuatro refugios y se instaló en cuatro residencias: en el cerebro de los griegos, en la lengua de los árabes, en la mano de los chinos y en el corazón de los persas»
(Al-Sadjassi, Farayed os-soluk, terminado en 1213, fol. 214a).